15 may 2015

Qué es el deporte


Este es un blog dedicado a la NBA. A excepción de una extensísima columna en la cual intenté explicar en qué consiste el fútbol americano de la NFL, todos los posts de Three For the Win (que nombre de mierda che, no saben como me gustaría cambiarlo) giran alrededor del básquet.

Hoy es un día triste. No para los hinchas de River -como yo- ni para los fanáticos de Boca: para cualquier argentino. Mucha gente ya se ha expresado de manera muy correcta sobre lo que sucedió ayer. Varias opiniones fueron expuestas, tanto en medios escritos como radiales como televisivos. La gran mayoría habló con propiedad y sensatez.

Claro que tengo mis propias ideas y teorías sobre lo que pasó, pero éste no es el lugar apropiado para plasmarlas. En vez de abrumarlos con más repeticiones de "la policía", "la Conmebol", "Orión, Gallardo, Arruabarrena", "los mismos boludos de siempre" y tantas otras frases que dominaron este viernes 15 de mayo, voy a hablarles del deporte.

El Superclásico no me permitió ver lo que fue la victoria de Cleveland Cavaliers, que clasificó a las Finales de Conferencia (en seis partidos, como dije alguien que yo conozco) superando a Chicago Bulls. Los incidentes ocurridos en el entretiempo y todo el caos que provocaron tampoco me dejaron mirar los primeros tres cuartos del sexto juego entre Los Ángeles Clippers y Houston Rockets.

Mi estado de ánimo no era el mejor. Estaba -y todavía sigo- triste por lo que acababa de ver. Triste, no sorprendido. Aún así, me dispuse a ver los últimos 12 minutos del partido, a pesar de que los Clippers (que lideraban la serie 3-2) ganaban por 13 puntos y parecían tener todo liquidado.

Al principio miraba con desgano, pero de repente la cosa se puso interesante. A falta de 7:38, Los Ángeles estaba al frente 100 a 88. El clima dentro del Staples Center era de fiesta: la franquicia angelina iba a meterse en una Final de Conferencia por primera vez en su larga historia.



Era uno de esos partidos en los que lo único que había que hacer era esperar a que el reloj llegue al triple 0. No quedaban dudas. Hasta que, de a poquito, empezaron a aparecer. Por algún motivo inexplicable, los Clippers (la tercera mejor ofensiva en los Playoffs y la mejor durante la temporada regular, con un rating ofensivo de 109.8) no podían generar un tiro abierto.

Del otro costado, todo lo que tiraban los Rockets iba adentro del aro. Pero todo eh. Parcial de 24-2 para los dirigidos por Kevin McHale. 24-2!!!! Para, que la locura no terminó acá. ¿Quiénes fueron los responsables de esta levantada? ¿Quiénes salvaron la temporada de Houston? ¿Cómo lo lograron?

Si seguiste la temporada 2014/15 de la NBA, sabrás que James Harden la mueve un poco. El barbudo será muchas cosas, pero una de ellas es un enorme jugador de básquet. No hace falta que te tire muchas estadísticas: el tipo terminó segundo en la votación para el premio al Jugador Más Valioso

También sabrás -y sino te cuento- que Josh Smith y Corey Brewer no son exactamente estrellas. El bueno de Smith fue despedido por Detroit Pistons, a pesar de todavía le quedaban dos años y 26 millones de dólares en su contrato con la franquicia. O sea: los Pistons eligieron PAGARLE 26 millones para que NO juegue más en su equipo.

Brewer no fue ridiculizado de tal manera, pero aún así fue canjeado desde Minnesota Timberwolves hacia el conjunto texano a cambio de dos selecciones de segunda ronda del Draft. Se podría decir que el precio para conseguir su pase no fue muy elevado.

Con todo esto dicho, vuelvo a la locura de ayer: de los 24 puntos mencionados en el parcial, Smith y Brewer anotaron 21. La dupla encestó cinco de sus siete intentos de triple en el último cuarto. El porcentaje de triples del primero (durante la temporada regular) fue 31.6%, mientras que el segundo tiró 26.8%. La media de la liga es de 35%.

Hasta ahí, el ataque. En defensa intervinieron en casi todas las posesiones, marcando prolijamente a sus hombres y forzando tiros complicados. ¿Más locura? Sí: todo esto ocurrió con Harden en el banco. El segundo mejor jugador en toda la liga no entró ni un segundo a la cancha en los últimos 13:30 minutos.


Todos nos quedamos con la boca abierta. No fui sólo yo: les garantizo que nadie, ni el más fanático de los Rockets, se podría haber imaginado este desenlace. Ahora, Houston tendrá la chance de definir el séptimo juego en su cancha y convertirse en el noveno equipo en la historia en remontar un 1-3. 
                                        
Por este tipo de partidos es que amo el deporte. Justo cuando todos estamos de acuerdo en que una cosa tiene que pasar, no pasa. El deporte no es una ciencia; no es exacto. Existe para que nos sorprendamos, para que saltemos del sillón y para que los expertos se traguen sus palabras (claramente no soy un experto, pero igual ayer Brewer y Smith podrían haberme dedicado una frase famosa que Diego Maradona le dedicó a un periodista).

Ayer, como todos los días, hubieron varios eventos deportivos. Mentira. Uno de ellos, catalogado como "un partido de fútbol", fue todo lo contrario. Por suerte, un ratito después, los pocos que vimos Clippers-Rockets nos pudimos ir a dormir con una sonrisa, sabiendo que el verdadero deporte todavía existe.

Esto no es deporte:


Esto sí:





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