15 jun 2015

Game 5: La explosión que le faltaba


Stephen Curry ganó el premio al Mejor Jugador de la NBA por un motivo. Bueno, en realidad por varios, pero la principal razón por la cual el base se convirtió en MVP es su capacidad explosiva. Sin abrumarlos con datos númericos, vale la pena aclarar que Curry está en camino a convertirse en el mejor tirador en la historia de la liga, sino lo es hoy en día.

Por eso, si bien ya había tenido algunos momentos esporádicos durante estas Finales, todos augurábamos que podía tener una noche como la de ayer. En el quinto juego de la serie, la actuación de Curry fue un factor clave en la victoria de Golden State Warriors sobre Cleveland Cavaliers (104-91), que deja al equipo de la Bahía de San Francisco a un triunfo del título.

Como siempre en los deportes en equipo, el conjunto ganador también necesitó del aporte de actores de reparto, como fue el caso de Leandro Barbosa. Justamente, en ninguno de los cuatro encuentros anteriores fue tan clara la principal diferencia entre estas dos franquicias: los Warriors pueden confiar en el trabajo grupal, mientras que los Cavaliers dependen pura y exclusivamente de LeBron James:


No alcanzan los adjetivos para describir lo que está logrando James. Ya pasó el shock inicial de Game 2 y Game 3, pero por mi parte continuo incrédulo ante el hecho de que ésta serie siga tan pareja. Imaginen una balanza, en la cual se pone de un lado el talento colectivo de uno de los mejores equipos de temporada regular que se haya visto. Bueno, el talento individual y el liderazgo de LeBron es suficiente para igualar el de TODOS los Warriors. Aparentemente, le alcanza para emparejar, pero no para ganar.

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Parecía que el primer equipo que anotase sería el vencedor. Después de casi tres minutos de sólida defensa de ambos lados, una pérdida de Cleveland despertó un contragolpe de Golden State, que culminó con una asistencia de Curry para Klay Thompson, quien puso los primeros dos puntos en el marcador. Esta acción contagió a los hinchas dentro del Oracle Arena, que habían arrancado medio dormidos.

El inicio de los Warriors fue brillante. Sus primeras ocho canastas fueron asistidas y muchas de ellas vinieron por la vía del contraataque. El mensaje de Steve Kerr y su grupo de técnicos asistentes había sido claro: correr con el balón, aumentar el ritmo de posesiones y aprovechar las ventajas que otorgaba el esquema defensivo de los Cavaliers.

Luego de la primera embestida local, David Blatt decidió cambiar su estrategia; J.R.Smith, escolta, ingresó por Timofey Mozgov, pivot, para matchear mejor con los jugadores rivales. De esta forma, Smith marcó a Andre Iguodala, Tristan Thompson a Draymond Green y James se quedó con Harrison Barnes.

Smith, que parecía una máquina de errar en los partidos pasados, empezó a clavar triples por doquier, lo que le pudo dar un respiro en ataque a LeBron. Tras finalizar el primer cuarto con un marcador igualado en 22, el escolta volvió al ataque: luego de dos triples consecutivos -ambos asistidos por James- Cleveland lideraba por cinco, para sorpresa de varios.

Por ese mismo rato, hacía su ingreso al terreno de juego Leandro Barbosa. El brasileño hizo para los Warriors lo que Smith logró para los Cavs: producir ofensiva instantánea desde el banco de suplentes. Barbosa finalizó con 13 puntos y encestó 4 de sus 5 lanzamientos de campo, apareciendo en momentos definitorios:


Para que no me pase líneas y líneas hablando de la actuación de LeBron, ésta estadística lo resume de buena manera: James anotó o asistió en 16 de los 17 goles de campo encestados por Cleveland en la primera mitad. A falta de 33 segundos por jugar, sus números eran: 20 puntos, 8 asistencias, 8 rebotes SIN pérdidas. Brillante.

Sin embargo, su primera pelota pérdida sería costosa. Una violación de 8 segundos (antes de que el reloj de posesión llegue a los 15, la bola debe haber cruzado la mitad de la cancha) cuando los Cavs podían quedarse con el último tiro le devolvió la posesión a los locales. Para colmo, luego de que Curry errase su tiro, James le cometió falta a Harrison Barnes, al mismo tiempo que éste consiguió el remate. No sería lo último de Barnes:


Luego del descanso, de la misma forma que en Game 4, Cleveland salió más decidido a buscar el resultado. Los dirigidos por Blatt encontraron otra mini-racha de alivio para LeBron, ésta vez en Thompson. El ala-pivot anotó 10 tantos en el tercer período, dándole la ventaja parcial a su equipo. Del otro lado, se extrañaron las contribuciones de miembros de la banca como Shaun Livingston y David Lee.

Green, sobre quien se podría escribir un libro tras cada partido que juega, alternó buenas y malas. Por momentos volvió a chocar contra sus marcadores en vez de buscar el pase sencillo, aunque también hay que reconocerle la confianza que se tuvo, animándose -y encestando- triples, posteos y hasta definiendo con la mano izquierda.

Era claro entonces que los tres mejores hombres de Golden State eran Curry, Iguodala y Barbosa. 10 puntos de ese trío sirvieron para retomar la delantera y cerrar el cuarto arriba por seis (73-67).

Uno de los pocos aspectos criticables -sino el único- del Game 4 de LeBron fueron sus 0 puntos en los 12 minutos finales. El líder de los Cavs salió decidido a dejar su huella: de nuevo, 8 de las 9 canastas del último período fueron anotadas o asistidas por James. Ah, casi me olvido, pero antes del duelo ofensivo entre dos de los mejores jugadores del mundo, Barnes volvió a hacer temblar el estadio:


A simple vista, los números de Barnes no dicen mucho (8pts, 10reb y +8 en el diferencial), pero el joven alero cambió la forma en la que venía jugando. Barnes, que había intentado 15 triples en los cuatro partidos anteriores, no lanzó ninguno ayer. Se metió en la pintura, peleó por los rebotes -área en donde Golden State necesitaba ayuda- y cerró una gran actuación con dos jugadas para destacar.

Pero vamos, que la primera plana se reserva siempre para las estrellas. Después de varios intentos, Cleveland logró dar vuelta el marcador. A falta de 7:47, un triple de un tal James, lanzado desde Saturno literalmente, ponía a los Cavs arriba por la mínima. La presión se podía palpar, aunque poco le importó al MVP de la NBA. Curry combatió fuego con fuego, contestando con un triple propio.

Steph (sí, me tomo el atrevimiento de utilizar su nombre de pila por tres motivos: porque me encanta el nombre, porque me quedo sin sinónimos y porque se me da la gana) anotó 17 de sus 37 puntos en el último cuarto, animando a la hinchada local, que gritaba con más locura cada vez que su jugador fetiche les pedía:


Un bombazo más, con 1:22 por jugar, terminó sentenciando la victoria. Kerr se dio el lujo de sacar a sus titulares para la ovación, mientras que Blatt, pensando en el próximo encuentro, le regaló unos minutos de descanso a James. Vaya que los necesitará.

Si bien falta mejorar en ciertos aspectos, Golden State parece haber entendido la clave de la serie. El trajín con el que cargan los Cavaliers es demasiado duro y, con el correr de los minutos, cada vez se siente más. Por su parte, los Warriors tomaron ventaja de 3-2 en las Finales y el martes -en Cleveland- pueden coronar una temporada espectacular con un anillo de campeón.


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